Esto sucedió hace algunos años ya: 5 profesionales de la mercadotecnia digital nos encontrábamos reunidos en un obscuro y escondido rincón del área de exhibición del festival creativo que estaba por comenzar; y mientras Dani, Zemog, Calleja y yo, liderados por Miguel Carlderón, calificábamos lo mejor de los pocos trabajos digitales que habían sido inscritos, el resto de los jurados trabajaban en grandes habitaciones calificando a lo mejor de la publicidad.
Dos años más tarde, me encontraba en una reunión a la que asistieron distintos participantes importantes de la industria de la mercadotecnia y la comunicación. Algunos trabajaban desde hacía ya tiempo en medios digitales y otros teníamos tan solo algunos años haciéndolo, pues veníamos del mundo de la mercadotecnia “tradicional”. Y sin embargo, todos nos conocíamos ya. Ya con la mayoría había tenido la oportunidad de colaborar, solo que esta vez algo se notaba diferente: el carrusel de la industria había girado nuevamente y, como sucede casi casi en ciclos perfectamente definidos, todos habíamos cambiado de lugar; quienes trabajaban para la empresa A ahora lo hacían para la C y los que estábamos en la organización B, ya trabajábamos para la A.
Todos viejos conocidos, haciendo cosas “nuevas”, pero prácticamente ni un solo rostro nuevo alrededor.
Y así, casi al mismo tiempo algunas caras nuevas comenzaron a surgir; empresas y operaciones independientes, desarrolladores de sitios y tecnología empezaron a ofrecer los servicios de marketing interactivo que las grandes agencias y anunciantes por tanto tiempo habían ignorado ya.Gente brillante, excelente para desarrollar y producir más no para hacer mercadotecnia y publicidad.
Pasó el tiempo y pude ver como la rueda giraba otra vez y como muchos de esos viejos y ahora también nuevos amigos intercambiaban una vez más su lugar.
Durante un par de años la industria giró y giró, casi como si quisiera que la fuerza centrífuga de sus giros la hiciera crecer, olvidando que justo como cuando hacemos girar un removedor en leche, lo único que crece es la ilusión de las burbujas de aire y nada más.
Cada vez más de esos amigos iban cayendo en la opresiva persecución de la cuota anual o trimestral.
Excelentes directores creativos ahora parecían directores de finanzas, los desarrolladores que tanto comenzaron a aportar ahora comenzaban solo a querer cobrar. Y así también, quienes tanto promovían y navegaban con la bandera de la formación, la dejaban tirada por perseguir su bono anual.
Y por unos años funcionó. La industria creció. Tan solo un par de puntos porcentuales que inflaron las burbujas, pero creció.
Y hoy el carrusel está nuevamente a punto de girar. No conozco una sola organización, anunciante, medio o agencia que no tenga grandes objetivos de crecimiento en el corto, mediano y largo plazo y que no estén teniendo problemas reclutando el talento que requieren para hacerlo.
Reclutarlo digo porque prácticamente nadie quiso darle el peso debido a la formación de su personal actual. Todos se ocuparon de vender y cobrar y nunca de desarrollar. Tanto así que incluso hace poco alguien me replicó: “No me importa entrenar a nadie si no me compran a mi”.
Y ahora, que tanto medios como agencias y anunciantes requieren de un equipo mejor preparado para enfrentar la realidad del mercado actual nos damos cuenta de que nuestros equipos aún manejan los mismos paradigmas de hace años. Al grado que incluso algunos de quienes trabajan del lado de los medios “innovadores” trabajan bajo la caduca idea de que alguien tiene que perder para que ellos puedan ganar.
Y no se limita esto a los medios nada más. Muchas veces he escuchado ya a distintas agencias decir que no quieren entrenar a nadie pues no vaya a ser que la competencia se los vaya a llevar...
Así que el problema ahí está, el talento de la gente que se quiere preparar y entrenar también y solo hace falta de abramos los ojos y comencemos a desarrollar el talento de la la gente que durante años ha estado aquí esperando a que la queramos impulsar.