Normalmente durante estos días todos hablan de la importancia de reflexionar sobre nuestras acciones, nuestros logros, avances, retos vencidos y por vencer, errores y aprendizajes obtenidos durante todo el año; acto seguido por la elaboración de una larga, o corta en algunos casos, lista de “buenos” propósitos para llevar a cabo en el año que está a punto de comenzar.
Nos auditamos entonces poniendo toda nuestra atención en asuntos tales como si obtuvimos el ascenso que queríamos, si compramos el auto con el que soñábamos, si tenemos la pareja que tanto esperábamos, si viajamos tanto como queríamos y si fuimos fieles a la dieta y el ejercicio que nos prometimos.
Entonces quedamos listos para hacer lo mismo un año más… Y yo me pregunto: ¿y?
Por eso este año estoy convencido de que el tipo de análisis que tenemos que hacernos a nosotros mismos, no es contra una lista de promesas faltas, rotas, cubiertas, ciertas o incompletas.
Este año, tenemos que asegurarnos de que nuestro audio esté bien sincronizado con nuestro video.
¿Han visto una película japonesa doblada al Inglés o al Español? Esas películas en las que los personajes, al decir en Español una frase de dos palabras siguen moviendo la boca como si recitaran un trabalenguas completo y en las que solo mueven la boca una solo vez pero en el audio se escuchan por lo menos 4 o 5 palabras más.
Pues justo así es como muchos de nosotros frecuentemente nos vemos al no tener nuestro audio bien sincronizado con nuestro video todos los días. En pocas palabras: decimos una cosa pero hacemos otra.
Predicamos que para nosotros lo importante es ser felices y sin embargo olvidamos sonreír.
Prometemos que cuidaremos mejor nuestra salud pero a la mañana siguiente la cama le gana al ejercicio y en la mesa el pastel de chocolate le gana la batalla a una simple ensalada.
Decimos que queremos trabajar, pero buscamos cualquier pretexto para no tener que hacerlo.
Insistimos en que lo más importante es nuestra familia pero pasamos todo el día en la oficina.
Alardeamos de nuestra “avanzada” preparación, pero al tratar a la gente olvidamos toda educación.
Presumimos que ser feliz es más importante para nosotros que el dinero, pero nos negamos a arriesgarnos a hacer lo que en verdad nos hará felices pues queremos tener seguras las “comodidades” que el dinero “nos da”.
Y así, mal sincronizados, se nos pasa un año más.
Así que esta vez, en lugar de solo revisar nuestra olvidada lista de propósitos para el 2009, regalémonos el tiempo de ajustar nuestro video con nuestro audio en todo lo que hacemos.
Asegurémonos de tener muy claro qué es lo que más valoramos en la vida, a dónde queremos llegar y qué estamos dispuestos a hacer para llegar ahí y que no, y comencemos a actuar de una vez por todas de manera congruente con lo que decimos valorar.
Tal vez hacerlo no nos traiga limosinas ni viajes en primera clase (o quizás sí, si eso es lo que quieres en verdad), probablemente no nos traiga fama ni gloria (a lo mejor sí, si eso es lo que valoras en realidad); pero definitivamente sí que nos acercará mucho más a lo que cada uno de nosotros llama para sí, felicidad.
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