Sí: tengo un problema con Natalie Portman. Cada vez que la veo en una película tengo que correr a ponerme un suéter. Por supuesto: reconozco que es preciosa, que es la elegancia, que tiene una piel esplendorosa. No puedo negar su precisión actoral, el esmero con el que representa a una reina, a una nudista, a la compañera de un matón. Pero nada me dice, muy poco me comunica. Me parece tan atractiva como una perfecta escultura de hielo.
Una pieza sin defecto. En Closer, esa potentísima película de Mike Nichols sobre los demonios de la intimidad, Natalie Portman sostiene, sin duda, la tensión de su personaje. Alice, la nudista atrapada en una red de emociones, es representada correctamente. El problema es que no alcanza a despojarse en ningún momento de su ángel y sumergirse en bestia como lo hace el resto de los personajes a golpe de traiciones y verdades. Cuando el desamor llega, no la opaca. El resentimiento sale de sus palabras pero no surge de su intestino. La actriz grita pero no ruge; golpea pero no araña, llora sin desmoronarse. Natalie Portman siempre flota, intocada por la tierra, las sábanas, los cuerpos. Un colibrí. En los personajes que ha representado, ha cambiado mil veces de peinado pero apenas ha transformado la naturaleza de su personaje único: una belleza adolescente, vulnerable y frágil. Calva en Vendetta, pelirroja o con peluca rosada en Closer o con el chongo de la princesa Amidala, es siempre hermosísima y siempre helada. Eras perfecta, le dice Dan (Jude Law) en una de las últimas escenas de Llevados por el deseo. Lo sigo siendo, le responde Alice. Y en efecto, sigue siendo perfecta: herméticamente impecable.
El Cisne Negro, la película que le dará todos los honores de la actuación, parece una película sobre ella: una cinta sobre la frustrante perfección. La perfección como conquista muda e inexpresiva, como una tortura que busca una recompensa imposible. Una bailarina adicta a la exactitud es acosada por alucinaciones, autoflagelación, acosos y delirios. Una historia de horror que se pasea por las fronteras de lo chusco: la madre es una bruja, la comida es veneno, el cuerpo es poseído por alguna maldición, la noche es una pesadilla. Este trabajo de Aronofsky parece una continuación de Réquiem por un sueño, pero ahora se muestra que la obsesión, mucho antes que la cocaína, es el peor de los narcóticos. Ninguna dependencia tan monstruosa como la propia ambición. Nada tan destructivo como nuestra intolerancia al error propio. Nadie discutirá los méritos de Natalie Portman, cuando en el ritual conocido, dé las gracias a la Academia por su Óscar como la mejor actriz del año. Modificó su cuerpo para darle vida a una bailarina, su rostro aparece en primer plano durante toda la película; ella se desdobla en personajes torturados y le da vida a una guapa que sufre mucho.
“Solamente quiero ser perfecta,” dice Nina, la bailarina de la cinta. En El cisne negro, Natalie Portman vuelve a ser perfecta: Yo sigo con mi problema: la perfección me da frío.
Questionnaire for everyone who stopped talking to me
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I’ve developed a survey to give to people who slipped me into their
not-friend category. Since I’m a person with no ability to cope with
nuance, answers ...
Hace 5 meses
8 comentarios:
Buenisima critica hacia esta actriz... coincido con todas y cada una de tus palabras!
Que buena critica, pienso igual.
Has logrado poner en palabras la sensación que nunca pude decribir cada vez que veía el trabajo de Portman. Sin restarle méritos a ella...es complejo, me gusta mucho lo que hace, pero no se puede evitar la sensación de ingravidez de sus perosnajes.
Y como bien predijiste... Portman se llevó el gran premio por mejor actriz, sin duda alguna, muy bien merecido. Estoy seguro que no será el primero.
Realmente, Portman es de las mejores, enamora, cautiva, es excelente en lo que hace -y lo que deja de hacer- o sea, en todo.
Es una niña con el don de la actuación.
Es sublime, frágil... En fin, mejor que tú no lo podría describir... Pero la palabra PERFECTA abunda mucho, no lo suficiente, pero algo es algo.
Coincido mucho con lo publicado, me gusta el trabajo de Portman, y a diferencia del autor no me produce frio, la verdad ella es muestra que el talento se compensa con esfuerzo y dedicación y eso me resulta admirable! Pocas personas están conscientes de que se puede lograr lo que se quiere y triunfar en ello, no digo que la actriz no tenga talento, eso no está en discusión; falta apropiarse, sentir, ser más visceral con el personaje, pero seguro que hay talento, seguro que si… en cuanto al Oscar, ese personaje claro que le encajaba perfecto, muy buena selección de reparto, pero igual no se puede negar que Portman en su propia interpretación estuvo magnifica.
Genial tu comentario
No coincido para nada.
No siento que sea fría ni perfecta.
Me partió la cabeza y emocionó muchísimo su Cisne Negro, en donde sin dudas ruge, araña, golpea y varias cosas más.
En el cisne negro, trasmite muchas cosas, es como su propia transformación, creo que ahí está el mérito, en lograr, por fin, mostrar que es más que fragilidad...
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