Uno de los momentos más incómodos cuando éramos niños era cuando se armaban los equipos para jugar una cascarita (fútbol callejero), tochito (fútbol americano callejero) o cualquier otro deporte o juego que se practicara en equipo.
¿Lo recuerdan?
Los dos mejores jugadores del grupo eran "los capitanes" de cada equipo y, a la voz de un chin cham pun (piedra, papel o tijeras) o de una moneda al aire, ganaban el derecho de ser el primero en elegir a "la mejor" persona para su equipo.
Uno a uno se iban eligiendo, en principio, a los mejores y después a los menos peores; dejando al final a la persona menos hábil y menos preparada para el juego.
Ser el primero era un honor, ser el último... nadie quería ser el último. Mucho menos el comodín, el sujeto al que "intercambiaban" entre equipos cuando uno de estos parecía tener mucha mayor ventaja sobre el otro: "está bien, quédate con fulanito, aunque sean 12 contra 10, para que sea más justo..." Vaya humillación.
De alguna manera lo mismo sucede en el trabajo. Todos queremos tener al mejor talento en nuestro equipo y todos queremos ser parte del mejor equipo. Y justo como hacíamos de niños, tratamos hoy de ser elegidos por el mejor o elegir al mejor. ¿Y ser el último? De nuevo... Nadie quiere ser el último.
La pregunta que queda al aire entonces es: "¿Por qué es tan frecuente ver a las mismas personas destacadas ser elegidas siempre por encima de las mismas, que no lo son tanto?
Es decir ¿Qué los hace tan distintos entre sí?
Decir que unos son más hábiles que otros y nada más o que "unos nacen con estrella y otros estrellados", me resulta insuficiente. Miope en realidad.
Es obvio que la historia de cada quien tiene mucho que ver y que no todos estamos en las mismas condiciones y con las mismas oportunidades. Pero señalar solo al contexto como el único factor decisivo no le hace justicia a tantas personas que, a pesar de tener recursos más limitados, han destacado por encima incluso de quienes asumimos tendrían mucho mejores posibilidades de hacerlo.
Me parece que la clave en realidad, está en la actitud, coraje, voluntad, y deseo de ser mejor y la capacidad de acción de estas personas que, con firme decisión, se dan a la tarea de crecer en su juego. "Up your game" diría un coach o entrenador.
En lo personal, entre las personas que que conozco y admiro porque constantemente
"Crecen en su juego", he podido observar que hay al menos tres cosas que hacen distinto a los demás:
1) Mantienen viva su hambre de aprender. Son eternos estudiantes de distintos temas, no sólo de su especialidad. Siempre acompañados de un libro, siempre curiosos por saber más de cada lugar que visitan, siempre abiertos a conversar con amigos y extraños, atentos siempre de lo que pueden absorber.
2) No les basta con ser un erudito teórico que pasa sus días estudiando. Toman acción y se apresuran a poner en práctica las lecciones que han obtenido. Se equivocan y aciertan también, encontrando distintas formas de lograr su objetivo. Enfrentan retos y descubren nuevas maneras de sortearlos. Son generosos y, en agradecimiento a lo que han aprendido y a quienes les han enseñado, comparten con gusto lo que saben también.
3) Y continuamente buscan rodearse de personas que conocen más, tienen más experiencia, mejor práctica y los retan a ser mejor. Tienen el coraje de ser vulnerables frente a quienes, claramente los superan en experiencia y conocimiento y con humildad buscan aprender de ellos, pues saben que la única manera de realmente subir al siguiente nivel es practicando con los mejores jugadores que ya están ahí.
Así qué ¿qué estás haciendo hoy para crecer en tú juego?
Questionnaire for everyone who stopped talking to me
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I’ve developed a survey to give to people who slipped me into their
not-friend category. Since I’m a person with no ability to cope with
nuance, answers ...
Hace 5 meses