Pasamos tanto tiempo adaptándonos al estatus quo de alguien más y aceptando de facto las reglas impuestas por otros que con frecuencia olvidamos el por qué lo estamos haciendo.
Por supuesto, todos debemos aprender a colaborar en uno y otro ecosistema y tenemos que saber adecuarnos a las normas y costumbres que en ese sistema se han establecido para poder llegar a la visión que en conjunto, líderes y colaboradores, han definido y decidido compartir. Eso está muy bien.
El problema es cuando la visión de esa organización deja de ser la visión de todos para convertirse en la visión de una sola persona o un pequeño grupo de gente que está buscando solo beneficiarse a sí mismo y ya no al resto del ecosistema.
Desde mi punto de vista, es entonces cuando precisamente tenemos que aprender a retar al status quo y aprender a modificar las reglas del juego para retomar la visión de todos.
A veces, sin embargo, cuidar el puesto, justificar el trabajo, conservar el pequeño silo de poder, etc. pueden ser motivadores muy fuertes para que los “guardianes del status quo” defiendan a capa y espada su estado ideal, no dando lugar ni a la más mínima sugerencia de cambio.
Entonces somos enfrentados con la necesidad de tomar una importante elección: Por un lado, aceptar al status quo y hacer lo que se nos dice, por el otro encontrar los “huecos” en las reglas e impulsar un cambio positivo y propositivo; o bien crear un completamente nuevo juego que refleje y reagrupe esa visión de grupo por la que originalmente decidimos formar parte del ecosistema, cosa que no resulta para nada sencilla, pues hacerlo es casi garantía de que molestaremos a una que otra persona en el proceso.
Pero, después de todo, estoy convencido de que el Status Quo solo fue creado para ser retado, cambiado y mejorado todo el tiempo, no importar realmente a quiénes incomodemos en el proceso.
Así que cuéntenme: ¿A quién han incomodado últimamente?
0 comentarios:
Publicar un comentario